Las personas nacen, crecen y mueren. Al principio y al final de la vida son las etapas más vulnerables, en la que dependemos significativamente de los otros. El envejecimiento es una etapa normal de la vida, parte de su desarrollo y ciclo vital. Según las proyecciones estadísticas, en Argentina hay cada vez más personas mayores, lo cual presenta una tendencia hacia el envejecimiento de la población. ¿No sería hora de empezar a prestarles más atención?
M. Victoria Weisbrot
Felipe Villegas
Lucas Goldin
Gráfico 1. Tasa de Natalidad Mundial (1960-2015).
Fuente: Banco Mundial, consulta online.
Como puede apreciarse en el gráfico 1, la cantidad de nacidos en un año cada 1.000 habitantes a nivel mundial (o sea, la tasa de natalidad mundial) tuvo un franco descenso luego de su pico de los años 60´s. Esta tendencia de “pocos nacimientos” impactó directamente en la composición de la pirámide poblacional y por ende en el índice de dependencia de las sociedades.
El índice de dependencia se define como la proporción de las personas menores de 16 años y las mayores de 65 sobre la población en edad de trabajar (de 16 a 65 años). Es decir que en sociedades jóvenes las personas en edad de trabajar tienen mayormente a sus hijos como dependientes. En las sociedades envejecidas la dependencia que recae sobre las personas en edad de trabajar, es la de las personas mayores de 65 años.
A nivel mundial están creciendo las sociedades envejecidas como consecuencia de la entrada de los Baby Boomers a la “tercera edad” y, a la vez, de la sostenida caída en la tasa de natalidad desde dicho estallido.
¿Cómo impacta todo esto en Argentina?
Argentina ha seguido una tendencia similar a la mundial. Luego del pico de la tasa de natalidad de los Baby Boomers en los 70´s, se puede apreciar un franco descenso hasta la actualidad (gráfico 2).
Gráfico 2. Tasa de Natalidad Argentina (1960-2015).
Fuente: Banco Mundial
La pirámide poblacional argentina ha sido modificada por esta tendencia a la baja de la tasa de natalidad, repercutiendo en el índice de dependencia. A la vez, la tasa de dependencia en términos nominales no ha variado en este período (ver gráfico 3), pero sí su composición interna. El peso relativo de los mayores de 65 años en la composición de este índice, supera al peso relativo de los menores de 16 (Gráfico 4).
Gráfico 3. Índice de Dependencia Argentina (1960-2015).
Fuente: IndexMundi (Online).
Gráfico 4. Tasa de inactividad de personas de 65 años y más (% de la población en edad de trabajar).
Fuente: IndexMundi (Online)
¿Es esto un problema? Sí y no. Los cuidados de las personas mayores de 65 años son obviamente más costosos que el cuidado de menores, por ser personas que están atravesando un momento vital signado por la pérdida/disminución de autonomía funcional, la pérdida/disminución de la capacidad de autocuidado y por los altos costos en medicación y tratamientos en enfermedades crónicas.
La problemática de las ciudades envejecidas no reside en sí misma, sino en la preparación que cada sociedad está desarrollando para recibir a estas recientes y futuras personas inactivas (Baby Boomers) que dependerán de otros, con costos de cuidados elevados y con una expectativa de sobrevida cada vez mayor. Otro problema reside en si las ciudades están adaptándose a su nuevo perfil demográfico para hacerlas más amigables con la tercera edad en términos de transportes, de acceso a la salud, al ocio, a espacios verdes, etc.
En Argentina, con la disminución real de los salarios y el ingreso de las mujeres al mercado laboral (en los últimos 50 años), la resolución de los cuidados de personas mayores es cada vez más difícil. Es decir: el mercado ofrece opciones poco accesibles desde lo económico y las familias tienen cada vez menos capacidad de cuidar.
Si bien los debates sobre los cuidados en la tercera edad ya vienen dándose en nuestro país, aún no hemos podido traducirlos en organización social. No reconocemos políticas públicas que den integralidad a los cuidados de este grupo etario, sino que vemos políticas destinadas a ellos de manera fragmentada e insuficiente (ampliación de los destinatarios de jubilaciones, cobertura en salud -PAMI-).
En el desarrollo de la humanidad, cada sociedad se enfrentó y enfrenta a las problemáticas que surgen desde sus mismas entrañas. El abordaje de estos conflictos sociales requiere ciencia que describa y explique, y de arte e imaginación que encuentre posibles soluciones. Para concluir nos planteamos: ¿Cómo nos estamos preparando para cuidar a quienes nos han cuidado? ¿Se están preparando nuestras instituciones y ciudades de manera amigable para afrontar estos cambios?